Gerard Piqué del Barcelona podría haber muerto por un golpe en la cabeza, dice un neurocirujano
Gerard Piqué se ha enfrentado a miles de retos aéreos a lo largo de su carrera, pero un incidente llamó la atención de Andreu Gabarrós, jefe del servicio de neurocirugía del Hospital de Bellvitge. Al reflexionar sobre un partido en el que el defensa perdió brevemente el conocimiento, Gabarrós recuerda haber pensado: “Si recibe otro impacto, podría morir. » Este momento, dice, ilustra lo peligrosas que pueden ser las lesiones en la cabeza en el fútbol.
Gabarrós señaló que Piqué estuvo inicialmente cerca de regresar al campo antes de que interviniera el personal médico. Su decisión, según él, fue crucial. Un segundo golpe antes de la recuperación completa puede desencadenar lo que los especialistas llaman síndrome del segundo impacto, una inflamación cerebral rápida y grave que puede ser mortal sin una intervención inmediata. Casos ocurridos en el fútbol americano revelaron el fenómeno hace años, y el mismo mecanismo puede aplicarse a cualquier deporte de contacto.
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El neurocirujano destacó que una conmoción cerebral debería descartar a un jugador durante al menos dos semanas, independientemente de la levedad de los síntomas. Los mareos, el dolor de cabeza, las náuseas, la inestabilidad o simplemente la sensación de que “algo anda mal” deben provocar una evaluación inmediata. Si bien los atletas a menudo presionan para continuar, enfatizó que los equipos médicos deben evitarlos cuando sea necesario.
Más allá de incidentes dramáticos como el de Piqué, el fútbol sigue lidiando con los posibles efectos acumulativos de los repetidos cabezazos. Cada impacto mueve el cerebro dentro del cráneo y, si bien el líquido cefalorraquídeo proporciona cierto grado de protección, no siempre es suficiente para prevenir lesiones menores. Gabarrós explicó que los movimientos repetitivos de la cabeza pueden constituir un microtrauma. Algunos estudios han detectado proteínas en la sangre de los jugadores que actúan como marcadores de daño cerebral leve después de ejercicios controlados de cabeza. Aunque dice que todavía no hay evidencia estructurada concluyente que vincule el fútbol con un deterioro neurológico crónico generalizado, existen paralelos clínicos con condiciones observadas en el boxeo, donde los golpes repetidos son mucho más frecuentes e intensos.
A pesar de esto, la encefalopatía traumática crónica sigue siendo un área que requiere más investigación. Según Gabarrós, sólo una proporción muy pequeña de jugadores parece desarrollar problemas cognitivos a largo plazo, lo que sugiere que los factores personales pueden desempeñar un papel importante. Advirtió que la ciencia actual no puede justificar afirmaciones como “no juegues al fútbol porque sufrirás demencia”, especialmente teniendo en cuenta lo raras que son estas consecuencias.
La trágica muerte del joven portero Raúl Ramírez, víctima de un traumatismo craneoencefálico agudo mortal tras una única colisión accidental, pone de relieve la diferencia entre un traumatismo grave y repentino y un daño leve a largo plazo. Gabarrós explicó que un evento agudo puede implicar hematomas, inflamación cerebral o contusiones que requieren cuidados intensivos, cirugía y, en algunos casos, no pueden revertirse. Este tipo de incidentes, aunque raros, son inherentes a cualquier deporte de contacto.
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Los protocolos en España varían entre clubes y Gabarrós cree que las directrices nacionales de La Liga o de la federación ayudarían a normalizar la prevención. Los entrenadores y jugadores, afirmó, deberían estar mejor informados sobre los riesgos porque los síntomas pueden ser sutiles y fáciles de ignorar. Dado que la mayoría de incidentes ocurren durante los entrenamientos, el seguimiento no puede limitarse a los días de partido.