Deportes universitarios: el enfoque equivocado hacia los derechos cero
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Los atletas universitarios han entrado en una época dorada en la que reciben una compensación por participar en una competición que genera cientos de millones, si no más, en beneficios para las universidades. La Corte Suprema, en el caso NCAA contra Alston, dictaminó en 2021 que ciertas restricciones a la compensación de los atletas universitarios violaban la ley antimonopolio. El caso permitió a los estados crear parámetros para que los estudiantes-atletas se beneficiaran de su nombre, imagen y semejanza (NIL). Además, ahora las universidades pueden compartir una parte de sus ganancias de los contratos de medios con los atletas participantes.
Hay propuestas en competencia en el Congreso sobre cómo implementar un conjunto uniforme de reglas federales para los atletas NIL. La ley bipartidista SCORE (Compensación y Oportunidad Estudiantil a través de Derechos y Respaldos) que protege la libertad económica de los atletas frente a una ley patrocinada únicamente por demócratas: la Ley de Justicia y Cumplimiento de los Estudiantes Atletas (SAFE, por sus siglas en inglés) que exige que los estudiantes sean empleados de universidades, se unan a un sindicato y establezcan una nueva burocracia para desafiar los acuerdos con los medios. La libertad de los deportistas para celebrar sus propios contratos sería la mejor solución al problema de las diferentes normas en los diferentes estados.
La Ley SAFE es un intento fallido de resolver el problema. Esta legislación no prohíbe que los estudiantes-atletas sean obligados a trabajar en su universidad. Esto perjudicaría los programas deportivos que quieren brindar oportunidades a los atletas olímpicos y los deportes femeninos. Obligar a los atletas a convertirse en empleados de una escuela puede amenazar algunos programas deportivos debido al costo. A las escuelas pequeñas se les pueden retener sus ingresos si una burocracia recién creada, bajo el control de la NCAA, cree que no se cumplieron las condiciones, incluidos, entre otros, los niveles de becas obligatorias.
La nueva burocracia creada por este proyecto de ley constituiría una forma compleja de distribuir los derechos de los medios gobernada por negociadores inexpertos. Los derechos de los medios de comunicación serían confiscados a las universidades de una manera sin precedentes para ser transferidos a la comisión encargada por el gobierno para supervisar las 136 escuelas de fútbol que participan en la Subdivisión de Football Bowl de la NCAA (FBS). Esta nueva agencia se llamaría Comité Intercolegial de Derechos de los Medios Deportivos.
Hoy en día hay muchas conferencias que han negociado acuerdos con los medios que duran una década o más y que contienen opciones de extensión. Los demócratas han elaborado un proyecto de ley que prohibiría a las escuelas y conferencias extender esos contratos y transferiría todo el poder al nuevo comité. Los ingresos de algunas escuelas perjudicarían a los deportes que no generan ingresos. Un sistema de licencias obligatorias, que incluya exigir a las emisoras locales que reciban contratos no exclusivos, reduciría el valor de los derechos de los medios. Esta forma de control de precios utilizaría el poder del gobierno para obligar a compartir juegos sin una compensación adecuada y podría considerarse una “expropiación” por parte del gobierno federal según la Quinta Enmienda.
El problema más evidente es que esta legislación permite a las escuelas obligar a los estudiantes atletas a convertirse en empleados de una escuela. Esto crearía una clase diferente de estudiantes en una universidad, reduciendo las oportunidades educativas para los estudiantes-atletas. Otro defecto de la legislación es que no impediría que los abogados litigantes recurran a litigios para aprovecharse de estas escuelas con el pretexto de que los estudiantes empleados serían tratados injustamente.
La Ley SCORE es un mejor enfoque porque protege la libertad de contratación de los estudiantes-atletas. Esta legislación permite que los atletas participantes sean tratados como individuos con control final sobre los derechos de NIL. Proporciona protecciones de responsabilidad que evitarán que los abogados litigantes aprovechen las escuelas y conferencias. El proyecto de ley protege la libertad de las universidades, congresos y estudiantes de tener un mayor control y evita la idea de crear una nueva burocracia de no expertos para gobernar la conducta. La Ley SCORE tampoco impide que las universidades y conferencias negocien sus propios acuerdos de medios.
Tanto la Ley SAFE como la Ley SCORE ponen fin a un enfoque fragmentado de 50 leyes estatales diferentes que resulta confuso para los atletas y entra en conflicto con diversas cuestiones legales. La diferencia es que la Ley SAFE adopta un enfoque colectivista que exige que los estudiantes-atletas se conviertan en empleados de una institución de educación superior, al tiempo que plantea la sindicalización como otra cuestión costosa y confusa. El otro enfoque, más lógico, respeta la libertad de contratación y permite a los estudiantes-atletas controlar sus propios derechos NIL sin que el gobierno o la escuela cuestionen las decisiones.
Un enfoque de sentido común para abordar la situación confusa que tenemos hoy con respecto a los derechos NIL de los estudiantes-atletas es establecer un marco federal que les brinde más libertad, no menos.
Peter Mihalick es ex director legislativo y asesor de los ex representantes Barbara Comstock, republicana de Virginia, y Rodney Blum, republicano de Iowa.
Peter Mihalick es ex director legislativo y asesor de los ex representantes Barbara Comstock, republicana de Virginia, y Rodney Blum, republicano de Iowa.